- Reciben, desde pan de muerto, tamales, fruta de temporada y dulces.
Aún tiene el recuerdo de su padre como acariciaba la tierra, en donde echaba las semillas de chilacayote, dice la productora Olga Ramírez, quien agrega que en el mes de febrero era cuando empezaba la siembra. “Para que haya abundantes frutos se debe cuidar desde el principio, entre marzo y mayo empieza a brotar”.
De la cosecha, nada se pierde, afirma: “El tierno es para guisos tradicionales como el pipían, caldos. El grande se utiliza para diseñar cráneos y con ellos pedir calaverita, el relleno es para elaborar dulce cristalizado”.
Como su huerto lo tiene en su casa, los vecinos desde hace 45 años acuden por sus chilacayotes, por lo que pueden escoger y cortar su propio fruto. Además, explica la joven productora Ariadne Mitzi Pastor Muñoz, “ayudamos a elaborar su cráneo, que va desde el tradicional con ojos de triángulos y grecas, hasta los que le piden de un súper héroe”.
Puntualiza que lo simbólico de pedir calaverita son los tradicionales cánticos: “Salgan, salgan, salgan, animas de pena y entre cadenas, un rosario santo y un Ave María…”
“Ya llegó Jorge Negrete a pedir su chambarete… ya llegó la chilindrina a pedir su mandarina… ya llegó el Chavo del Ocho a pedir su bizcocho… ahí viene Pedro Infante a pedir su torta grande, ya llegaron mis abuelitos a pedir sus tamalitos”.
¿No hay candela para las animas benditaaaaas?, finalizan los cantos.
Agrega que al terminar los cánticos, niños, jóvenes y adultos reciben “su tradicional calaverita, que va desde pan de muerto, tamales, fruta de temporada y dulces”.
Por último, expone que estos usos y costumbres están arraigados en San Gregorio Atlapulco, región que ella describe como “La tierra que es bondadosa, donde durante el años siembra epazote, elote y hortalizas”, dice Olga Ramírez.