Espías en conflicto
PULSO
Eduardo Meraz
El piquete de ojos a los espías verde olivo seguramente se traducirá en una conjuntivitis de larga duración tanto para el general secretario de la Defensa Nacional como para el presidente totalmente Palacio Nacional, por quererle jugar al policía chino, una vez que sus actividades ilegales fueron expuestas a la vista de todos.
Además de su comportamiento fuera de la ley al “investigar” a defensores de derechos humanos, periodistas y vaya usted a saber a quiénes más da seguimiento a sus acciones y comunicaciones, las explicaciones ofrecidas hasta el momento rebelan falta de inteligencia y mucho cinismo al justificar ilícitos.
Y no es que se trate de algo nuevo. En otras oportunidades hemos hablado de las razones de Estado para dar seguimiento a quienes desde el poder se considera ponen en peligro la estabilidad de sectores, grupos, regiones o al país mismo; tareas que van desde los antiguos “orejas” hasta el moderno uso de tecnologías.
La diferencia estriba en las inverosímiles explicaciones del mandatario innombrable que, a fuerza de ser sincero, son tan burdas y poco imaginativas, por más malabares y juego de palabras que realiza para justificar lo injustificable.
Así es de que nos vengan con el cuento de ser diferentes. En realidad, muchas de las actividades de seguridad pública, interior y nacional que se llevan a cabo en el cuatroteísmo, constituyen plagios de los métodos aplicados por sus antecesores, pero de manera más rupestre.
Así quedó exhibido en los días recientes, cuando con documentos oficiales se evidenció no sólo la profundización de las labores de espionaje, sin la obligada autorización de las autoridades en la materia; tampoco puede ocultarse la militarización de la seguridad pública y el inicio no oficial de una “guerra” contra los cárteles de la droga, ante la presión del gobierno de Estados Unidos.
Después de la divulgación amplia de las tareas que realizan quienes trabajan en el Centro Militar de Inteligencia (CMI) -cuya existencia se mantenía oculta-, bien podrían considerarse como “espías en conflicto”, al actuar fuera de la ley.
Si bien, por una parte, la disciplina castrense exige obediencia absoluta, el acatamiento total y sin reservas de las órdenes superiores; por la otra, se ubican como infractores de la ley y violadores de derechos humanos, al llevar a cabo labores de espionaje.
A lo mejor la envidia fue la motivación principal para crear y fortalecer el CMI para competir con el “bunker” de Genaro García Luna, en donde se invirtieron más de 3,600 millones de pesos, y por eso el mencionado centro de inteligencia a cargo de la milicia ha tenido un costo mayor, de alrededor de 5,000 millones de pesos. Es decir, los mexicanos hemos hecho contribuciones por cerca de 9,000 millones de pesos para que nos espíen.
Lo cierto es que ambos centros de investigación o inteligencia tenían como principal finalidad recabar información para combatir a la delincuencia, en los hechos han sido utilizados para entrometerse en la vida de opositores, periodistas y líderes sociales, información que, en algunos casos, ha sido utilizada para aplicar medidas punitivas.
A estos dos “bunkers” de espionaje debe agregarse otro núcleo de investigación, el Centro Nacional de Inteligencia -en sustitución del Cisen-, por lo cual a ciencia cierta se desconocen los alcances del “big brother” del oficialismo, que pueden ser decenas, centenas o miles de personas.
La existencia de tres “centros de inteligencia”, aparte de posibles piquetes de ojos entre ellos por conflictos de coordinación, refleja un temor exagerado, salvo que se esté abonando el camino del autoritarismo para un gobierno que padece conjuntivitis política.
He dicho.
EFECTO DOMINÓ
En caso de ganar, ¿cuál de las “corcholatas” del cuatroteísmo estaría más dispuesta a compartir el poder? Ese podría ser el factor clave para saber quién ganará la o las encuestas.
@Edumermo