Ficción, manipulación apocalíptica y circo las campañas de Greenpeace
Las campañas de Greenpeace, sus mensajes apocalípticos, de desastres y fin del mundo han sido sus consignas con tal de sembrar “terror y temor a la gente”; sobre todo a los pobres que son en su mayoría en todo el mundo; saben muy bien elegir sus objetivos; que son también de lo que viven; de exhibir la pobreza, la miseria y defender los intereses corporativos de sus financiadores; con la bandera de la defensa del medio ambiente.
Desde su origen en la década de los 70, la organización ecologista Greenpeace han permeado y acostumbrado con un repertorio de imaginativas acciones que trascienden fronteras; que despiertan emociones encontradas entre sus fervientes partidarios y quienes no se dejan manipular o no se tragan sus “artimañas propagandistas”.
Te puede interesar: “Oenegeísmo golpista” contra actividad económica y política
La imaginación, entendida como capacidad de crear, pero también de procesar y reconfigurar imágenes que forman parte de una cierta memoria visual colectiva, está en la base de los relatos de la acción simbólica; o hasta diabólica apocalíptica de la ONG madre de todas las ONGs revolucionarias y conservadoras financiadas por neoliberales. En todos los relatos “publicidad propagandista” se deja ver como “siembran el miedo” como de “mirada apocalíptica” —que se caracterizan por mostrar el planeta y el medio ambiente asociados a la catástrofe—, apreciamos un cierto rescate de fragmentos propios de un discurso bíblico (e incluso apocalíptico): esquema narrativo y visual de David frente a Goliat ; miedo a las catástrofes naturales y humanas causadas por el hombre; e imágenes del paraíso y del infierno adaptadas a los nuevos tiempos, en graficas de incendios y devastaciones ecológicas. Usadas para sembrar pánico.
Muchos medios de comunicación las han denominado “acciones simbólicas” de Greenpeace y las han difundido sin cuestionarlas; como otras piezas más de los engranajes que conforman la actualidad. Sin embargo, consideramos que estas construcciones que denominamos “acciones simbólicas” merecen una reflexión; no sólo por ser el eje sobre el que gira toda una estrategia de comunicación; sino porque en ellas cristaliza todo un repertorio de imágenes que permite elaborar una mediación cognoscitiva y simbólica de la realidad difundida y que impactan en la población; sobre todo porque los medios informativamente tienen más ventas y circulación; difundiendo “lo tétrico que para Greenpeace; es alarmante y “las conciencias lo compran”.
Te puede interesar también: Hartos de ONGs injerencistas y vividoras al servicio de intereses extranjeros: AMLO
Con el propósito de determinar la naturaleza del discurso que Greenpeace construye a través de estas imaginativas acciones; de ecologismo y ficción Acción simbólica y mirada apocalíptica en Greenpeace y otras utópicas y distópicas; que cohabitan con otros elementos discursivos característicos —como la ironía y el humor, o lo simbólico; vinculadas a un mensaje: “el planeta está amenazado por la destrucción de fauna y flora, por la contaminación y por el cambio climático, cuyo causante es el hombre”. Todos estos elementos están al servicio de un “discurso” ecologista catástrofico, narran “acciones simbólicas” y “miradas apocalíptica”, que se caracterizan por presentar el planeta Tierra al borde del colapso medioambiental.
Greenpeace con está estrategia trata de construir y crear sentidos distintos en la conciencia del espectador e inducirlo a que vea que todo es malo y están acabando con el mundo; aunque cabe mencionar que “quienes acaban y destruyen el medio ambiente” son precisamente los financiadores de las ONGs; no dan de más o de balde esos apoyos millonarios a GreenPeace y ONGs nacionales y locales.
Puede interesarte: Greenpeace e Indignación contra Tren Maya; conservadores y traidores: AMLO
Los relatos de acciones simbólicas y diabólicas en la publicidad de Greenpeace o como parte de espacios informativos— son la representación verbal y visual de una estrategia que consiste en descubrir la amenaza para el medioambiente; crear alarma (buscando el temor), e inmediatamente, según aportan la solución para atacar a quienes no satisfacen sus intereses. Insistimos en que estos relatos son el instrumento de una realidad de otro orden. Mediante una representación muy escenificada, los relatos de acciones simbólicas operan una mediación cognoscitiva que hace aparecer ; propone y llevar a pensar que existen pequeñas soluciones contundentes, eficaces e imaginativas a grandes problemas como el cambio climático o el desarme nuclear y hay que actuar. De forma simultánea, la acción simbólica, apocalíptica quiebra la distancia entre espectador y representación mental para construir la imagen de que se puede intentar cambiar un mundo o de que “otros mundos son posibles”.
Las llevan al terreno de la dramatización expresiva, en lo que D. Dayan y E. Katz (1995:141) denominan modelado o ilustración de un estado de cosas deseable a través de gestos —poner césped sobre el asfalto, o portar pancartas contra la pesca de ballenas— que son la metáfora, a pequeña escala, del nuevo paradigma deseado.
Puede interesarte también: Turbias contabilidades y trampas a SAT urgen auditoría a fundadores de ONGs
Esos son los relatos de acciones simbólicas de Greenpeace en la construcción de una identidad visual dentro del amplio movimiento social y ciudadano alter globalizador. Buscan incitar y apropiarse de los recursos de la imaginación en escenificaciones muy emotivas (por ejemplo: resistencia pasiva semejante a la muerte; es un efectivo y efectista modo de dirigir la atención hacia el problema medioambiental en un sistema mediático dominado por la espectacularidad y por la fugacidad de la imagen. En este sentido, la acción simbólica se convierte en el referente que actualiza y visibiliza a la organización en el flujo de lo mediático, mediante la creación de hitos de memoria reconocibles para el destinatario.
Estos hitos tratan de crear nuevas “experiencias” para el espectador en las que se proponen ilusiones en torno al medio ambiente amenazado o sobre algún otro problema común, a cambio de la adhesión de gentes incitándolos a su causa, o de la toma de conciencia o simplemente, como pretexto para tratar de influir en el desarrollo de algunas políticas. Entre la localidad y la globalidad, entre el imaginario y la realidad, entre lo informativo y lo publicitario, entre la decisión del bien y del mal; es la suma de “ideas y contrastes en el imaginario; en el intelecto para confundir; manipular y llamar a unirse a sus “grandes causas “apocalípticas.
Te recomendamos: Desconfianza en las ONGs por opacidad y corrupción
Greenpeace logra y acorrala a los espectadores para que ante una difícil elección apocalíptica que muestran el planeta al borde del colapso; sitúan al espectador ; a la gente ante un shock emocional que le puede arrastrar a identificarse, en mayor o menor grado, a tomar decisiones o posiciones: la de asociarse a la organización “para lograr un planeta mejor”, frente a la de los que no hacen nada porque “piensan que todo va ir a peor”. En esta aparente ambigüedad en la que se construye la posición del espectador, la visión apocalíptica prevén un espectador fascinado. Greenpeace concibe al espectador en su rol activo, pero paradójicamente le permite asistir “en vivo y en directo” al consumo de la catástrofe planetaria como espectador impotente, paralizado e insensibilizado.
Mientras la acción simbólica crea una alerta emotiva que quiebra la distancia entre espectador y representación, porque aquel se adhiere a un acontecimiento que entiende como verdadero, la mirada apocalíptica puede hacer del temor una hoja de doble filo. Y es cuando Greenpeace logra pescar más adeptos para sus manifestaciones; marchas y protestas.
Esto es el resultado del temor que siembran las ONGs; sus mensajes apocalípticos, con “Sequías, calor, incendios, devastaciones, etc… con frases manipuladoras como “Con tu ayuda, podemos frenar el cambio climático…Cambiar el mundo.. lo que en la realidad es ficticio y amañado; porque realmente los intereses de las ONGs son otros; no son para lo que fueron creadas; lo que dificulta la implicación afectiva del espectador y a tiempo se da cuenta de las mentiras.
Te recomendamos también: Seudoambientalistas aferrados a frenar Tren Maya y Economía Productiva: AMLO
Esa propaganda de frases y relatos emotivos y de protección; caen por su propio peso. Permiten sentir el riesgo de vivir las vidas prestadas de los “ecologistas –ambientalistas” y conmoverse con las representaciones; o sorprenderse con las imaginativas puestas en escena. La posición del espectador está concebida como invitación a una participación ritual y vicaria en las acciones relatadas, que actualizan la experiencia del espectador con el deleite o rechazo de lo ya visto.
Hemos señalado que los relatos de acciones simbólicas –diabólicas; pueden anclarse en la repetición cíclica de las acciones; en el sometimiento a la fugacidad del instante, en la espectacularización, en la épica, la ética y en la hibridación funcional con los residuos de un imaginario mítico, religioso y teológico como lo maneja magistralmente Greenpeace; y le han permitido representarse como sujeto público de primera magnitud mundial. De este modo, la organización puede desempeñar diversos roles en la estrecha línea que discurre entre los medios, el espacio público y el mercado.
La organización Greenpeace y varias ONGs ambientalistas han pretendido convertirse en centro de reflexión sobre los problemas que afectan al planeta. Según difunden sus valores ecológicos a múltiples foros sociales y políticos, para lograr la movilización y el debate público. Sin embargo, “todo cae por su propio peso” y las mentiras salen a la luz”; porque cabe preguntarse si estas acciones simbólicas; apocalípticas; diabólicas; contribuyen a la construcción de un mundo mejor; o realmente contribuyen a grupos monopólicos internacionales; que creen que en Latinoamérica o en México todavía pueden “engañar y hacer trueque con espejitos?…Esto ya se acabó y por eso Greenpeace ya cayó en el descredito y desprestigio mundial.