Por Jorge Manrique, Rector del Colegio Jurista y director general de Gobierno de Calidad, consultoría de políticas públicas.
Vivimos un momento en el que el despliegue del emprendedurismo a nivel mundial es más fuerte que nunca. La creación de nuevas empresas, incluso se considera una de las herencias más benignas de la pandemia mundial del COVID-19.
¡Mosa pasajera? No. Las empresas que priorizan la creación de negocios tienden a crecer más rápido que sus pares, responden con mayor resistencia a la volatilidad y los choques económicos y su experiencia en la creación de negocios les permite tener éxito.
Sin embargo, no es una regla generalizada: solo el 24 por ciento de las nuevas empresas lanzadas en los últimos diez años son empresas a gran escala en la actualidad.
¿Cuáles son las principales prácticas que permiten el éxito? La principal es la práctica.
La construcción de negocios se puede aprender. Por baja que sea la tasa de éxito, las empresas que lanzan al menos cuatro nuevos negocios en los últimos diez años tienen más del doble de probabilidades de generar rendimientos de cinco o más veces su inversión que los creadores de negocios menos frecuentes. Esto sugiere que los startups aprenden de la experiencia e incluso pueden mejorar su tasa de éxito con el tiempo.
En lugar de apostar por un solo negocio nuevo, las empresas líderes construyen una serie de negocios, diversificando el riesgo y generando rendimientos superiores a la media. Mientras tanto, desarrollan las capacidades necesarias en el núcleo de la empresa para lanzar y escalar nuevos negocios con éxito.
Otra práctica que siguen las empresas exitosas es el intercambio bidireccional.
Mientras las empresas establecidas tienen talento, fondos, conocimientos del mercado, propiedad intelectual, marcas, datos y otros activos que pueden dar a sus nuevos negocios una ventaja decisiva sobre las nuevas empresas independientes.
A cambio, las empresas matrices esperan recibir nuevas fuentes de ingresos, capacidades, modelos de negocio, productos y servicios.
Cuando este círculo virtuoso se pone en marcha, los titulares pueden satisfacer mejor el ritmo de cambio en sus industrias mediante la búsqueda de nuevos modelos de negocio que satisfagan las necesidades cambiantes de los clientes.
Sin embargo, debe remarcarse que es muy difícil combinar la fuerza de un titular o empresa establecida con la agilidad que presenta la start-up. Por ello, el rol que juega el liderazgo de cada una de las organizaciones es crucial.
La tercera práctica de éxito para una star-up es la localización y adaptación al mercado.
Identificar mercados considerables, en crecimiento o ambos, y adaptar nuevos productos a las necesidades de estos mercados, es una acción clave para las empresas exitosas.
Sin embargo, debe enfatizarse algo: el éxito de una nueva empresa está estrechamente relacionada con el talento. Es el ingrediente crucial de cualquier esfuerzo corporativo.