Por Jorge Manrique, Rector del Colegio Jurista y director general de Gobierno de Calidad, consultoría de políticas públicas.
Imaginar el futuro es una tarea esencial para la planificación de escenarios y mitigación de los riesgos. El mapa fidedigno de la próxima era no está acabado ni resulta perfecto. Sin embargo, si existen algunos parámetros a considerar.
Estos son algunos de ellos que deberán reconsiderar los gobiernos y líderes empresariales.
El nuevo orden mundial. Hay una tendencia hacia la multipolaridad, que genera cuestionamientos sobre si persistirá la economía de naturaleza global e incluso si encontraremos nuevos mecanismos viables para cooperar más allá de la economía.
A la par, aparece una mayor polarización política entre bloques y persisten dudas sobre la adaptación de las instituciones y el liderazgo globales y locales a este orden mundial diferente.
Tecnología. Por otra parte, en todas las plataformas tecnológicas, los impulsores clave de la digitalización y la conectividad parecen llegar la saturación. Sin embargo, un conjunto de tecnologías transversales, en particular la inteligencia artificial (IA) y la bioingeniería, pueden combinarse para crear otra gran oleada de progreso en la próxima era.
Al mismo tiempo, combinada con las fuerzas descritas, la tecnología puede pasar a la vanguardia de la competencia geopolítica y cuestionar el significado mismo de ser humano. Una vez más, quedan grandes preguntas sobre el impacto que tendrá la próxima ola de tecnologías en el trabajo y en el orden social, además de cómo interactuarán la tecnología, las instituciones y la geopolítica.
Envejecimiento poblacional. En las fuerzas demográficas, un mundo joven evolucionará hacia un mundo urbano envejecido, la era de las enfermedades transmisibles puede dar paso a una era de enfermedades no transmisibles y la desigualdad dentro de los países puede desafiar cada vez más el tejido social.
Las incógnitas prioritarias son: ¿Cómo se adaptarán los países, las instituciones y los individuos a los cambios demográficos, envejeceremos «con gracia»? ¿Cómo responderán el capital y las instituciones a la desigualdad?
Vulnerabilidad energética. La falta de inversión combinada con la disrupción geopolítica crea una vulnerabilidad real. Existe un fuerte deseo de cambiar la inversión hacia la energía baja en carbono, pero la inversión total en todas las formas de energía parece luchar para mantener el ritmo de las necesidades energéticas.
Las preocupaciones de resiliencia, viabilidad y asequibilidad pueden desafiar la velocidad de la transición. Recursos críticos para La economía futura se convierten en puntos críticos económicos y geopolíticos.
Existen dudas sobre cómo navegará el mundo un camino asequible, resiliente y factible hacia la estabilidad climática. Además, se ignora qué dinámica se desarrollará entre los que tienen recursos críticos y los que no los poseen.
Capitalización. Las tasas de crecimiento económico parecen estar normalizándose. El creciente apalancamiento y crédito puede convertirse en estrés en el balance. El siglo de la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económicos dará paso, en su curso y velocidad actuales, al siglo asiático.
Hoy los líderes deben prepararse para la posibilidad de una nueva era y posicionarse para darle forma. El progreso marcha.