PORTAFOLIOS/ Decálogo del crédito como transformador institucional

Por Julio César Briseño Cruz, CEO de Cénit, consultoría financiera y banca de desarrollo.
El crédito puede ser un motor de transformación institucional y crecimiento. No se limita a ser una herramienta meramente financiera, se convierte en un dispositivo institucional de transformación. Lograrlo implica generar estas condiciones:
- Vincular el crédito a indicadores de impacto, no solo a rentabilidad. Para ello se deben diseñar métricas que midan cómo el crédito impulsa inclusión, sostenibilidad o innovación y no limitarse únicamente al retorno financiero.
- Integrar el crédito en la narrativa institucional. El crédito debe convertirse en parte del relato de transformación. Es decir, cómo habilita movilidad, justicia o resiliencia en la organización.
- Usar crédito para financiar ciclos circulares. Aplica el crédito a modelos de economía circular, donde cada inversión regenera valor (material, social, simbólico).
- Diseñar créditos con propósito curatorial. Es decir, que cada línea de crédito esté alineada con una curaduría estratégica: ¿qué tipo de cambio se está financiando?
- Convertir el crédito en arquitectura de confianza. Esto implica que el crédito se emplee para construir relaciones con aliados, proveedores o comunidades, como una herramienta de legitimación.
- Aplicar crédito a innovación legal o institucional. Financiar reformas internas, nuevos marcos de gobernanza o herramientas que fortalezcan tu estructura organizativa.
- Documentar el crédito como caso de estudio. Es transforma el uso del crédito en una narrativa pública donde se comparte aprendizajes, errores, logros. Que sea parte del storytelling corporativo.
- Asociar el crédito a valores éticos. Esto es, que el crédito esté condicionado a prácticas responsables como equidad salarial, transparencia, impacto ambiental y otros.
- Usar el crédito como brújula estratégica. Implica que cada decisión de financiamiento responda a una visión de largo plazo, no a urgencias operativas.
- Co-crear esquemas de crédito con aliados. Diseñar créditos colaborativos con otras organizaciones, donde el riesgo y el propósito se compartan.
Así, cada línea de crédito puede convertirse en una pieza de la arquitectura institucional: ¿qué valores sostiene?, ¿qué tipo de movilidad habilita?, ¿qué memorias honra o transforma?