Por Alan Ramírez Flores, CEO de Coperva
¿Qué tienen en común Harry Potter y Wikipedia? Ambos muestran la evolución de la economía intangible que prioriza conocimiento, relaciones, diseño y reputación sobre los activos físicos.
En los viejos tiempos, las economías y empresas invertían en edificios, equipos de planta, vehículos. Cosas sobre las que se construyen las empresas tradicionales. Pero gradualmente, casi sin ser visto en los últimos 30 años en la mayoría de las economías desarrolladas, las empresas que invierten en muchos más activos intangibles o basados en el conocimiento y las relaciones.
Es decir, investigación y desarrollo, software, diseño, reputación, gestión de la cadena de suministro…la sinergia o combinación de activos intangibles es muy valiosa. Un ejemplo obvio es Apple. Otro menos común es Harry Potter y la unión del guion, software de las películas, diseño teatral y un largo etcétera.
Los límites de propiedad entre ideas son mucho más difusos que los establecidos entre activos tangibles. Una de las dificultades en torno a las patentes y la propiedad intelectual, es lo que los economistas llaman “búsqueda de rentas”. En lugar de que las personas intenten inventar grandes cosas nuevas y luego patentarlas, obtienen un gran número de patentes y luego comienzan a demandarse entre sí. Es el litigio derrochador y uno de los principales retos que deben enfrentarse en la economía intangible.
Ahora, el sistema de prestigio fomenta la colaboración y la innovación en una economía muy compleja. Es un sistema brillante para promover la innovación sin dar rendimientos desproporcionados. Es decir, necesitamos proporcionar incentivos para que las personas innoven, pero no todos los incentivos son monetarios. Necesitamos pensar de manera más creativa sobre cómo crear nuevos incentivos, para que no crear resultados desproporcionados.
Una persona que estuvo motivada por recompensas financieras toda su vida es posible que no responda a estímulos de prestigio y puede ser a la inversa. En sí, estamos en un mundo donde todos están motivados por cosas diferentes y competimos por diferentes percepciones.
Los millennials y aún más la Generación Z, por ejemplos, están interesados en algo más que el dinero. Si se les dieras los incentivos adecuados en otras dimensiones, podrían apreciarlo más. También existe un factor social en la retribución, respaldado por un sistema de creencias muy fuerte en toda la sociedad. Tenemos un sistema que lo único que importa es la riqueza y no importa cómo hayas ganado el dinero, entonces es muy difícil apoyar cualquier otra cosa.
El prestigio de las personas y sus recompensas, vale decirlo, no provienen de un sentido puramente monetario. Pero lo preocupante es que el prestigio ya no importa tanto. Lo conveniente, entonces es mezclar las recompensas monetarias y el prestigio.
Esto es razonable: Si no se tiene alguna recompensa, entonces no se tiene el prestigio, y sin éste se carece de la credibilidad.
Ante una nueva economía, valdría explorar los sistemas de retribución existentes que generarán ingresos dignos a quienes innovan y aportan. Al mismo tiempo, debería balancearse con otro tipo de incentivos que pueden ser tan disimiles como la capacitación, entrenamiento, redes sociales más sólidas, proyectos significativos alineados con los propios intereses y otros.
En la carrera por obtener reputaciones más sólidas en las empresas y personas, las nuevas generaciones marcan la pauta.