Al acusar una nueva campaña contra su Gobierno tras los asesinatos de dos sacerdotes jesuitas y un guía de turistas en Cerocahui, Chihuahua, el presidente Andrés Manuel López Obrador cuestionó a la Iglesia católica en México.
En la conferencia matutina, López Obrador se lanzó contra los sacerdotes que han manifestado que ya no les alcanzan los abrazos ante los balazos del crimen organizado.
“El único prudente fue el planteamiento de Francisco otros incluso ahí en Chihuahua que saben muy bien lo que sucedió, no fueron capaces de decir: ‘esto se origina porque la autoridades locales protegieron a esta persona, y aunque había orden de aprehensión actuaba con absoluta libertad y participaba en política, pero como ayudaba a los partidos conservadores tenía protección o actuaba con tolerancia’, pero eso no son capaces de decirlo los sacerdotes y no generalizo”, dijo.
“Y esas expresiones de que ya no nos alcanzan los abrazos, ¿qué quieren entonces los sacerdotes?, ¿que resolvamos los problemas con violencia?, ¿vamos a desaparecer a todos?, ¿apostar a la guerra?. ¿Por qué no actuaron cuando Calderón de esa manera?, ¿por qué callaron cuando se ordenaban las masacres?, ¿cuando se puso en práctica el mátalos en caliente?”, sostuvo.
“¿Por qué esa hipocresía? Eso no se debe permitir a nadie y mucho menos a un religioso, sea pastor o sacerdote. Cuidado con la politiquería, una cosa es que tengan simpatía con los partidos conservadores, otra la calumnia y la mentira, y el levantar falsos testimonios”, puntualizó.
López Obrador recordó que Francisco ha tenido una actitud excepcional con respecto a los asesinatos de Cerocahui: “es la primera vez que un papa actúa con respeto a un proceso de transformación en México”,
La Iglesia católica mexicana llamó este domingo al Gobierno a revisar su estrategia de seguridad, tras los asesinatos de dos sacerdotes jesuitas y un guía de turistas, ocurridos el pasado lunes en el estado de Chihuahua, y señaló que en el país corre un río de sangre por la creciente violencia e impunidad.
El lunes, Javier Campos Morales, de 79 años, y Joaquín Mora Salazar, de 80, intentaron auxiliar y brindar protección al guía de turistas Pedro Palma, quien entró en la iglesia huyendo de personas armadas, por lo cual fueron asesinados.