Por Ivette Estrada
¿Recuerdan a los acosadores escolares? Los que golpeaban, abusaban y humillaban. Seres terribles que pululaban impunemente por los salones de clases. Creímos que quedarían confinados en las pesadillas esos agresores de escuela.
¡Craso error! Los “matones” regresaron. Son los abusadores que exacerban la violencia. Los nuevos bullies tienen diferentes conductas para infringir miedo y dolor en la persona que es víctima del acoso.
Aún hay quienes propinan patadas, golpes, empujones o zancadillas a sus víctimas, quienes expresa palabras crueles, amenazas, apodos o insultos. Hay abusadores que segregan para que la víctima no se una a un grupo y otros recurren a las nuevas tecnologías para acosar.
Una vertiente de matones en ascenso se caracteriza por comentarios machistas u obscenos, por tocar a la víctima en lugares íntimos o presionar a ésta para que haga algo que no desea.
Sea cual sea sea el tipo de bullying, la víctima suele sufrir estrés patológico, depresión, sentimiento de culpa, baja autoestima y autoconcepto negativo. También presenta bajo rendimiento académico y fracaso escolar, ataques de pánico, insomnio, ansiedad extrema.
El abusador busca que su víctima tenga mala reputación y baja popularidad, presente aislamiento social y soledad, problemas en sus relaciones sociales e ideación suicida.
¿Quién es el abusador?
Generalmente los imaginamos altos, guapos y fuertes, pero recuerdo especialmente un abusador de la universidad chaparrito y maltrecho. No hay un estándar físico, pero si psicológico. El matón se caracteriza por la necesidad de dominar y controlar a los demás, tener un temperamento explosivo e impulsivo, disfrutar y sentirse estimulados por la violencia
Carecen de empatía y poseen poca capacidad de autocrítica y baja tolerancia a la frustración y frente a las diferencias.
También poseen un pensamiento rígido que les impide intercambiar ideas y puntos de vista distintos o tener una actitud positiva respecto al consenso. Lo que no encaja con sus ideas o sus creencias está mal. Ellos poseen la verdad absoluta y piensan que la suya es la única verdad existente.
Los abusadores también suelen desafiar las normas y son personas mentirosas. Siempre culpan a los demás antes que a sí mismos.
¿Conocen a alguien así?
Por supuesto los peligros se exacerban cuando el matón adquiere poder en el ámbito doméstico, social, empresarial o político. Sin quienes generan polarizaciones, guerras y ambientes nocivos y peligrosos. Paradójicamente el lenguaje suele delatar a los “matones”: en su discurso existen palabras atroces como perversión, fascismo, malas entrañas, riesgosísimo.
Otro dato revelador es el afán de dividir. El nivel de maniqueísmo devela de pies a cabeza a los “matones”, los nuevos bullies que se infiltran en diversas organizaciones, incluso en altos cargos políticos.
Es momento de frenar el vergonzoso regreso de los abusadores. La primera regla es no callar y tomar acciones contundentes como documentar casos, ir a autoridades competentes, generar votos de castigo a quienes desde el poder tratan de avasallar, limitar y vejar a quienes no pertenecen a su clan.