Cecilia “N”, quien es mejor conocida como la “bruja de Angahuan”, fue detenida en Estados Unidos por elementos de la Organización Internacional de Policía Criminal (Interpol).
La mujer fue acusada del secuestro y homicidio de un niño de 5 años de edad, que retuvo en su casa cerca de un mes en el 2012, pero fue liberada junto con sus cómplices poco después.
Cecilia se autodenominaba como la bruja del pueblo de Angahuan, una localidad ubicada en el municipio de Uruapan, Michoacán.
El 21 de marzo del año 2012, el menor Bernardino S, a quien todos conocían como Zury, jugaba afuera de su casa cuando la mujer llamó su atención usando un juguete de control remoto. Una vez en su domicilio, la mujer lo privó de su libertad y lo retuvo hasta su cruel asesinato.
Natividad, mamá del niño, contó que tras el secuestro, comenzaron a recibir llamadas para exigirles 600 mil pesos a cambio de la libertad de su hijo. Una ayudante de la secuestradora se trasladaba al municipio de Zamora para no casar sospecha y que no se descubriera su identidad.
La bruja del pueblo, incluso, les dijo a los padres de Zury que por medio de su “bola mágica de cristal” podría adivinar el lugar exacto del paradero de su hijo, engaños con los cuales buscaba sacar más dinero, ganar tiempo y tratar de desviar las investigaciones.
Los pobladores también buscaban a Zury, por lo que al sentir la presión de la autoridad y sus vecinos, Cecilia y otra mujer mataron al niño. Primero lo golpearon y luego lo asfixiaron hasta matarlo a pesar de que ya había recibido una parte del rescate.
El cuerpo de Bernardino finalmente fue localizado en un predio de la localidad de Las Cocinas. Las investigaciones llevaron a las autoridades hasta un matrimonio del sitio, al cual, después se supo, Cecilia había pagado 5 mil pesos para que sacaran el cuerpo de su casa y lo arrojaran fuera del pueblo.
A raíz de las declaraciones, Cecilia y su ayudante, Delfina, fueron detenidas por la entonces PGJE y llevada ante el Ministerio Público y posteriormente a proceso penal.
En octubre de 2012, la jueza cuarto de lo penal, Ernestina Pimentel Pineda, dejó a la bruja y a sus tres cómplices en libertad pese a los elementos presentados por el Ministerio Público.
Ernestina argumentó que no había pruebas para procesar, debido a que el MP no detuvo a los implicados en flagrancia y no contó con un intérprete de lengua purhépecha.
Pimentel Pineda fue observada e investigada por la Comisión Estatal de Derechos Humanos y organismos de defensa de los menores, por presunta corrupción, además de que fue acusada por los pobladores de Angahuan, quienes la acusaron de haber recibido dinero a cambio de dejar a los asesinos en libertad.
La mujer tuvo que pedir su cambio de residencia a la ciudad de Morelia, donde ha sido también cuestionada por su desempeño, aunque después premiada con otro juzgado.
Cecilia N terminó por irse del pueblo, ya que iba a ser linchada –junto con sus cómplices-, a manos de los habitantes que incluso le prendieron fuego a su casa, aunque alcanzó a escapar, pero antes amenazó con asesinar a más niños de la comunidad.