Dulce y total renunciación

PULSO

Eduardo Meraz

En el oficialismo se viven momentos de “dulce y total renunciación” con tal de acceder a la dicha inicua de ser la corcholata premiada con la nominación de candidato o candidata presidencial de Morena y, muy probablemente, rendir protesta como titular del ejecutivo federal para el periodo 2024-2030.

Licenciados de sus responsabilidades públicas, ya sea como mandatario subnacional, legisladores o como integrantes del gabinete, el cuarteto de cuerdas de Palacio Nacional -Adán, Adán, Marcelo y Ricardo en estricto orden alfabético-, están ciertos de un futuro seguro, pues tendrán trabajo, ya sea en el palacete virreinal, el Congreso o una oficina de primer nivel.

Salvo que durante casi cinco años hayan hecho un “guardadito” bastante gordo con el cual respaldar sus actividades, apoyados en los presupuestos de sus cargos, una vez separados de los mismos, tendrán serías dificultades para inundar bardas y espectaculares como lo han hecho hasta el momento.

Aunque, claro, siempre existe la posibilidad de recurrir a las “aportaciones”  financieras del “cártel del cash”, que en esta administración se ha despachado con la cuchara grande, desde los desfalcos de Segalmex, el Indep, las pipas para distribuir gasolina, los cajeros del Banco del Bienestar, la dilución de vacunas para hacerlas rendir más, hasta los sobrecostos de las obras públicas y un larguísimo etcétera.

Al ritmo que les gusta gastar en promoverse a las corcholatas, es improbable que los millones de pesos que el INE le entrega a Morena alcancen para esas tareas, sobre todo porque su dirigente, Mario Delgado, ya había comprometido una buena cantidad para devolver y se destinase a vacunas contra el Covid-19.

Una ventaja extraordinaria para ellos es la recomendación presidencial de no comer del fruto prohibido de los medios de comunicación neoliberales, conservadores o adversarios del cuatroteísmo. Así podrán explayarse a sus anchas en los medios afines y públicos, cuyo impacto en la población es histórico e inédito -como le gusta señalar al ejecutivo palaciego.

Sin dejar de pensar en la encuesta de cuyos resultados saldrá el nombre premiado, aunque hechos al viejo estilo del “tapadismo”, el cuarteto está dispuesto a llevar serenata, al pie de uno de los balcones de Palacio Nacional y entonar, ya sea en lo individual o como conjunto, la canción “Renunciación”:

No habrá reproches de parte mía / Sólo me importa que seas feliz / Ya ves que todo te di en la vida / Mi pobre vida que es para ti

En tanto, el mandatario sin palabra y sin nombre, que dice no se meterá para nada en el proceso sucesorio de su movimiento, ya estableció las reglas y premios a los participantes, por lo cual las corcholatas ahora serán “quitapón”, dependiendo de su compromiso y lealtad.

Y ello es así, porque a diferencia de Cuauhtemoc Cárdenas y del ahora habitante temporal del palacete que la jugaron tres veces; para las corcholatas se trata de “solamente una vez”, por lo cual están dispuestos e interpretar, con Agustín Lara:

Una vez, nada más / Se entrega el alma / Con la dulce y total / Renunciación / Y cuando ese milagro realiza / El prodigio de amarse / Hay campanas de fiesta que cantan / En el corazón

He dicho.

 

EFECTO DOMINÓ

Al inicio de este gobierno se anunciaron inversiones privadas y públicas en infraestructura por 1.5 billones de pesos. Hoy, cuando se aproxima el final, se vuelve a anunciar, con bombos y platillos, inversiones por 30 mil millones de dólares (poco más de medio billón de pesos, al tipo de cambio actual). ¿Ahora sí lo concretarán o será otra promesa fallida?

 

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@Edumermo

 

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