Por Jorge Manrique, Rector del Colegio Jurista y director general de Gobierno de Calidad, consultoría de políticas públicas.
Un sueño postergado en todas las universidades fue conformar líderes. Sin embargo, ahora es una tarea impostergable. No se trata de homologar competencias y trazar un mapa perfecto e inamovible, sino de generar herramientas de transformación que maximicen las habilidades profesionales. Se trata de cinco habilidades imprescindibles: auto conocimiento, gestión de energía, focalización, construcción de círculos de influencia y elección de presentación.
El autoconocimiento se refiere a detectar las propias fortalezas y necesidades de desarrollo, así como de lo que realmente se disfruta hacer. Es útil obtener encuestas de 360 grados. Entonces es importante hacer coincidir la retroalimentación de los demás con la propia autorreflexión.
La gestión de energía es otra habilidad necesaria para desarrollar el liderazgo. Implica asegurarse de que se invierte tiempo en las cosas correctas. Es dar un paso atrás y evaluar lo que es importante para uno. Es como una «auditoría energética”.
Incluso, el estrés detecta un desajuste entre lo que quieres hacer y lo que realmente se hace.
Una tercera acción es enfocarse o realinear las acciones en los próximos seis meses para que coincidan con nuestras prioridades. Entonces, se debe elaborar una lista de áreas específicas de enfoque, con un límite de cinco áreas prioritarias.
Se debe comenzar con una prioridad no relacionada con el trabajo como una forma de garantizar un equilibrio personal más allá del trabajo.
Otra destreza vital en el liderazgo es construir un «círculo de influencia» para ayudarlo a identificar y aprovechar las oportunidades de desarrollo. Incluye maestros y compañeros de estudio y a nivel profesional implica a colegas y gerentes tanto dentro como fuera de su empresa, y aquellos que puedan ayudarlo a tener un impacto.
La quinta habilidad es la presentación. Es examinar detenidamente cómo el futuro profesionista se presenta a sí mismos y cuáles son sus puntos de vista en reuniones y eventos.
Conviene mirar todo desde el punto de vista de otra persona. Hacer esto requiere intencionalidad. Antes de cualquier reunión, hacer una lluvia de ideas sobre las preguntas que se le pueden hacer y preparar las respuestas.
En suma: un líder no nace, se hace. Y las universidades deben enfocarse ahora a que los profesionistas del mañana tengan las herramientas para solucionar problemas que aín desconocemos. También deberán generarse habilidades para influir en sus equipos de trabajo y catapultar las habilidades de los otros.