La niña Garci-Crespo sigue herida y resentida
El rechazo a la Garci-Crespo
Las heridas de la infancia no sanan solas, la diputada Garci-Crespo, claro ejemplo
La Garci-Crespo experimentó, como varios seres humanos, heridas psíquicas con las que no ha podido lidiar y que no ha sanado. La herida de rechazo es una de las más conocidas por la psicología actual y aunque muchas personas siguen lidiando con las consecuencias de esta herida hasta su vida adulta, no todos reaccionan como lo ha hecho la política tehuacanera.
La diputada ha sobrellevado el rechazo familiar de pésima forma. El resentimiento ha sido una constante en toda su vida. Cualquier persona sana vive su vida disfrutando los frutos de su trabajo propio; pero la Garci-Crespo intenta adueñarse de lo que no le corresponde, al precio que sea. Llenar vacíos emocionales acumulando dinero es la forma en que Mónica Caballero Garci-Crespo sobrelleva los vacíos de una infancia inestable y caótica.
Tener una madre que cambió de parejas muchas veces genera una confusión e inestabilidad que marcan la infancia y condicionan el tipo de vida que se llevará. La niña Garci-Crespo pasó de padrastro en padrastro de forma indiscriminada; en su vida adulta, ella misma se ha casado varias veces… Se condenó a repetir la historia de su madre porque no sanó esas heridas de la niñez. Esta ética disipada era totalmente contraria a las creencias de la fallecida Señorita Socorro Romero Sánchez
Hoy en México celebramos el Día del Niño, esa niña que fue Mónica Caballero padeció el rechazo por parte de su madre y, cuando ya era una jovencita, el rechazo provino por parte de Socorrito Romero Sánchez. Si de niña fue rechazada, inevitablemente el programa del rechazo se repetiría en su vida, hasta que pueda transformarlo y sobrepasarlo.
Es perfectamente comprensible que, gracias al rechazo, la funcionaria experimente, hasta hoy, grandes dosis de resentimiento. Aunque esa razón deja claros los motivos de la férrea persecución contra la legítima heredera de Socorrito, Estela Romero Bringas; sin embargo, eso no la libra de las consecuencias de sus delitos y del escarnio público de propios y extraños. Han sido sus propias acciones las que la han puesto en el centro del huracán.
La niñez merece lo mejor, pero cada niño, lamentablemente, tiene la vida que le tocó, no la que escogió. Pero al crecer, el adulto tiene la obligación de sanar a su niño interno, para no seguir repitiendo historias de dolor y resentimiento.