ARTEPLASTÍA/ Autoconcepto

Por Fernando Gallardo, cirujano plástico egresado de la UNAM con especialidad en la UDEFA
La cirugía plástica se banaliza en el imaginario popular. Sin embargo, desde su aparición en el segundo milenio antes de Cristo, su rol es trascendental en el autoconcepto. Es decir, en la autoestima, autoimagen y motivación.
Esta rama quirúrgica tiene una incidencia directa en factores que nos permitirán desarrollar todo tipo de capacidades y dones. Inicialmente se empleó para paliar los efectos de las mutilaciones accidentales o propiciadas en combate. Susruta, uno de los padres de la medicina hindú, por ejemplo, realizó varios tratados sobre cómo restaurar la ablación de nariz, un castigo frecuente de la época
A través del tiempo la cirugía plástica se vuelve más asequible para tratar paladar hendido o labio leporino, pero también para mejorar la apariencia y generar una mejor versión de una persona.
No es banalidad: la apariencia tiene fuertes implicaciones en la manera en la que cada uno se percibe y, por ende, como desarrolla su vida profesional, familiar, social e íntima.
En el autoconcepto el componente afectivo es la autoestima. Y a su vez, la parte evaluativa. Es decir, nos permite aprobar o rechazar determinados conceptos que tenemos de nosotros mismos.
Cuando se tiene una autoestima baja, sentimos rechazo hacia nosotros mismos y tendemos a menospreciarnos. Por su parte, poseer una buena autoestima, nos permitirá observar nuestras capacidades y habilidades, reconocerlas como tales y crear un autoconcepto positivo.
Ahora, la autoimagen es el componente cognoscitivo del autoconcepto. Es la representación mental que tenemos de nuestra persona.
Esta autoimagen, a su vez, se divide en tres: la resultante de cómo nos percibimos a nosotros mismos, aquella que es el resultado de cómo nos perciben los demás, y la resultante de la manera en la que percibimos cómo los demás nos ven.
Cabe señalar que, en muchas ocasiones, la autoimagen que tenemos de nosotros no es del todo real, y de hecho, los demás tipos de autoimagen, tampoco. En términos generales, tendemos a infravalorarnos.
Como último componente del autoconcepto encontramos el componente comportamental. Este es aquél que crea la imagen ideal de aquello que queremos ser. En otras palabras, es la motivación que buscamos para poder trabajar en todo lo necesario para conseguir ser la persona que deseamos ser.
En este último componente, el cirujano plástico es un profesionista que puede apoyar a realizar ese ideal, pues permitirá hacer un diagnóstico fidedigno de lo que es o no posible y lo que armonizará con cada persona, pues todo está determinado por infinidad de factores que muchas veces no consideramos tanto funcionales como estáticos para generar los mejores resultados.
Una cirugía plástica, finalmente, no es sólo apariencia. No es algo baladí ni trivial. Conlleva innumerables trascendencias que pueden transformar nuestra vida.

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